Nuestro territorio
 
 
 

Nuestro territorio es la porción de la superficie terrestre ocupada por los cuatro Países Miembros de la CAN, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, con atributos interdependientes: las poblaciones humanas que lo habitan, usan y transforman y los ecosistemas, el relieve, la hidrología, el clima. Incluye el agua que desciende de los nevados y páramos andinos hasta llegar al océano, pasando por diversos pisos térmicos y ecorregiones, las rutas migratorias que comunican e intercambian especies vegetales y animales, y las carreteras que permiten el traslado de productos y facilitan la comunicación entre los pueblos.

El territorio, como resultado de la acción humana, se construye y se transforma a partir de relaciones entre procesos naturales y sociales indisolubles y mutuamente incluyentes. Por tanto tiene un valor político y administrativo para la planificación del desarrollo y su manejo general que comprende:

Su estructura, que se relaciona con el ambiente natural y construido.

El ambiente natural, que incluye las formaciones rocosas y los suelos, las aguas superficiales y subterráneas, el clima, la vegetación y las especies animales.

??El ambiente construido, que comprende, entre otros, la organización espacial, el uso y ocupación, la distribución de la población, la infraestructura productiva y de servicios, las normas y códigos de construcción, el tejido urbano, las plantas industriales y las fuentes de contaminación (desechos sólidos, líquidos y gaseosos).

Las funciones, ligadas a actividades humanas (producción, consumo e intercambios) y las ligadas a los ecosistemas.

La lógica y la dinámica del desarrollo del territorio, es decir, todo lo que se vincula con la gobernabilidad, las políticas de desarrollo, los elementos de control y los aspectos organizacionales, entre otros.

Algunas variables del territorio son relativamente estables, como las rocas sobre las cuales se desarrollan los suelos; otras tienen ocurrencia esporádica o no cíclica, como los fenómenos originados en el interior de la Tierra, por ejemplo los terremotos. Unas más tienen ciclos, como el clima que cambia en la escala temporal y espacial, e incluye fenómenos con periodos que oscilan entre tres y siete años, como El Niño, o decadales, como la Oscilación del Atlántico Norte.

Finalmente, algunos fenómenos que tienen lugar en el territorio aumentan o disminuyen como producto de la actividad humana: el crecimiento poblacional, la disminución de bosques naturales, el aumento de factores contaminantes o la disminución del agua disponible por el decrecimiento de los casquetes glaciares en los altos Andes; este último relacionado con el aumento de las temperaturas de la atmósfera que conduce a la alteración del efecto invernadero natural. Esta visión dinámica es muy importante, porque el territorio es un sistema, o mejor, un conjunto de sistemas interdependientes, que evoluciona por la intervención humana y las dinámicas de las variables ambientales.

El territorio es el espacio terrestre en el que se desarrollan las actividades humanas, es un producto social que se construye y se transforma.